Capítulo 20, todo vuelve en algún momento.

Nos levantamos del bordillo y después de mil vueltas, acabamos en el campo, sentados en el césped. Me mira y sonríe.
- ¿En qué piensas?
- En todo- contesto.
- En ... ¿todo?
- Sí ... ¿y tú?
- Pensaba, que me gustaría que pensaras que ésto nunca acabó. Sabes a qué me refiero, ¿no? Quiero que tomes toda esta historia como un bache más.
- Entonces llevaríamos cuatro meses juntos.
- Exacto.
Nos tumbamos y nos quedamos un rato parados. Así, mirando al cielo.
- ¿Has visto eso?
- ¿El qué? Sólo hay nubes.
- Pues eso. Hay una en forma de corazón.
- Ah, ya.
- Qué sosa.
- Déjame.
Le doy en el brazo suavemente.
- Déjame- me imita.
- Tonto. Además, yo no hablo así, prr.
Se ríe.
- Sabes que sí, tonta.
Me doy la vuelta, alejándome de él. Pero viene hasta mí rodando, se incorpora un poco.
- ¿Sabes algo?
- Dime.
- Te quiero.
- Y yo.
Se vuelve a tumbar. Volvemos a mirar al cielo. Pero como si el cielo no fuera el límite. Quizá pensando estar ahí arriba, sintiéndose en la nube que acababa de pasar, aunque ¿sabes? Para ellos el cielo no estaba tan lejos. Al menos no cuando estaban juntos. Cualquier sitio era su cielo, pero sólo así. Unidos.